Entre Columnas
Asedio y alternancia.
Martín Quitano Martínez
Detrás del gobierno
visible se haya entronizado un gobierno invisible que no debe lealtad a nadie y
no reconoce ninguna responsabilidad hacia el pueblo. Destruir este gobierno
invisible, denunciar la blasfema alianza entre la corrupción económica y la
corrupción política es la principal tarea del estadista de nuestros días.
Theodore Roosevelt.
Los
vacíos de gobierno en Veracruz junto con los hartazgos y enojos sociales
arrastran una peligrosa espirar de ingobernabilidad manifiestada en desórdenes
que escalan ante la falta evidente de capacidad de respuesta de las
autoridades; pareciera que en este momento ya hay mínima o nula atención a los múltiples
reclamos sociales.
Los
hechos de Catemaco, las permanentes tomas de dependencias públicas, bloqueos de calles
y carreteras, se han convertido en la cotidianeidad veracruzana en medio del
arribo del“gobierno de la alternancia”, lo que puede sugerir las presiones que le
sobrevienen tras 12 años de simulaciones y saqueos.
Como
se respira el ambiente veracruzano, pesado, contaminado y de rio revuelto,presionado
por hechos y rumores que alimentan la incertidumbre, que abonan en el
descontento, pone de manifiesto la lucha soterrada de los
perdedores, de los que se van. Se trata de una estrategia negra para obstruir,
manchar y desdibujar lo que tenga de bueno la alternancia, lo que pueda ayudar
a mejorar el ambiente social.
Esta
es sin duda una alternancia muy complicada, por lo que hicieron y seguramente
por lo que seguirán haciendo los perseguidos, serán dos años bajo asedio, no
solo por el entendible y bienvenido escrutinio público rebosante de dudas y
prejuicios, sino principalmente por las actuales desastrosas condiciones del
estado y la cauda de problemas y consecuencias de mediano y largo plazo que
tendrán que enfrentarse.
Nadie
en sano juicio de los actores políticos locales podría, salvo el gobernador
interino que dice que no sabía, llamarse a no estar al corriente del nivel de
suciedad existente en los procesos llevados a cabo de las 2 últimas administraciones
enseñoreadas en la corrupción y la impunidad, donde el enriquecimiento de una
clase política ávida de recursos sin resquemor alguno, fue generando variados y
graves problemas.
El
presente grado de conflicto sin duda pone en entredicho el escenario de
reconocimiento y oportunidad que debiera concitar la llegada de un gobierno de
alternancia validado por las urnas, que ha postulado su empeño en concretar los
cambios a los que aspiran millones de veracruzanos.
Por
un lado el merecido escarnio público hacia el gobierno saliente que tuvo que
fugarse enmascarado en una licencia al cargo antes de ser aprehendido por sus
crímenes, dejando tras de sí una sociedad harta, desconfiada, intransigente.
Se
trata del ejercicio público y de poder que no solo recibe las arcas vacías, la
inseguridad desatada o el agotamiento social, la pobreza y la falta de
oportunidades, recibe también el escrutinio social más beligerante, la presión
de una sociedad que quiere, que demanda resultados que brinden mejoría palpable
en el corto plazo, recibe la desconfianza y el recelo de algunos y la esperanza
de otros.
Por
el otro, los grupos fácticos y de presión,ligados a las viejas prácticas y
beneficiarios de las canonjías de un quehacer político corruptor, ahora mismo azuzan
con el conflicto y alzan la mano ante los que llegan, jugando rudo para
exacerbar los ánimos sociales, buscando definir su agenda de intereses a los
que habrá que poner coto.
El
bono puesto en las manos de los nuevos actores en el ejercicio de los poderes
legislativo y ejecutivo tiene, por su corta duración, la exigencia de hacer
diferencia en las acciones públicasen forma expedita. La vigencia del escenario
es de veloz caducidad, por lo que no deja mucho margen a las equivocaciones ni
a permitirse conductas que reediten vicios en moldes y colores distintos.
Tener
la capacidad de comprometerse con darle salida a los problemas existentes
partirá de leer bien y analizar mejor que nuestras circunstancias son muy
complicadas y que sencillamente el horno no está para bollos.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Lo de Javier Duarte y su posible regreso no
sirve ni para la broma ni para la vacilada.
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